Desarrollamos nuestra actividad de manera eficiente, gestionando los riesgos y
amenazas mediante acciones preventivas, bajo los más altos estándares de ingeniería y mejores
prácticas
a nivel internacional, cumpliendo estrictamente las regulaciones y lineamientos establecidos.
Nuestra prioridad es la protección de la vida de las personas, el ambiente y los activos, y velamos
por
ello en cada detalle de nuestra operación. Con nuestro Programa de Integridad y Gestión de Activos,
garantizamos la identificación de las amenazas, su gestión y posterior reducción, con el propósito
de
mitigar la probabilidad de ocurrencia de fallas del sistema.
Álex Malagón Usgame, nuestro profesional senior de Integridad y Corrosión nos responde 5 preguntas sobre Integridad, área a la que pertenece.
El oleoducto está en el fondo del mar, en agua salada. En ciertos puntos esa agua podría, eventualmente, entrar al recubrimiento de la tubería y ocasionar pequeños focos de corrosión. La corrosión es un desgaste paulatino de los cuerpos metálicos por acción de agentes externos. Eso genera bacterias diminutas que carcomen la estructura, haciéndole huequitos de uno o dos centímetros de diámetro.
Por lo anterior, y para realizar la inspección que hacemos cada 4 años, necesitábamos una tecnología más avanzada que la convencional o conocida hasta el 2016. En 2017 surgió una innovación, la tecnología MFL-A Ultra, capaz de detectar anomalías muy pequeñas, de hasta un milímetro, y que a partir de los 5 milímetros las empieza a cuantificar y a dimensionar.
Existía la tecnología, pero no una herramienta bidireccional que regresara al
punto de despacho (Terminal Marítimo de Coveñas, en tierra) y que se adaptara a las condiciones de
nuestro tubo submarino.
“Por eso fue necesario diseñar la herramienta y verificar que se sincronizara bien con la
tecnología, que tuviera la capacidad de ir hasta la TLU-2 y regresar al punto de despacho, que fuera
operativa y cubriera la dimensión de nuestra tubería; que hiciera buenas lecturas de abolladuras,
curvas, reducciones de diámetro, entre otras. Esas pruebas las hicimos en la casa fabricante, en
Alemania. Fue creada a la medida, no existía comercialmente”, explicó Álex Malagón Usgame, nuestro
profesional senior de Integridad y Corrosión.
La información que arroja la herramienta nos indica en qué momento debemos atender una amenaza;
entramos, limpiamos la zona de corrosión formada con bacterias, reparamos y mitigamos ese fenómeno
para que no crezca. Así nuestra compañía mantiene operativo el oleoducto para no tener problemas de
integridad”, afirmó Malagón.
Identificar anomalías muy pequeñas, de hasta 1 por 1.6 milímetros. Revela dónde están ubicadas y qué tan críticas son.
Con ese diagnóstico, priorizamos intervenciones. Expertos en ensayos no destructivos verifican cada anomalía (van físicamente a ver el tubo por todos sus lados, incluyendo la parte de abajo, mediante excavaciones). En los 4 años siguientes programamos las actividades.
La última inspección se hizo en 2018. Por ello, entre 2019 y 2021 hemos realizado trabajos. En 2022 medimos cómo se están comportando las reparaciones al sistema.
Entre los ciclos de cada 4 años, programamos unos ciclos intermedios. Otros controles que nos indican cómo está el tubo. Son caminatas submarinas, protección catódica (técnica para controlar la corrosión en una superficie de metal).
Las caminatas pueden revelar que, por ejemplo, las corrientes marinas socavaron el tubo y lo dejaron colgando; analizamos cómo se comportó la estructura ese tiempo y corregimos el problema. Eso se conoce como amenaza de clima y fuerzas externas.